1 de octubre de 2009

Rimas Langarianas- El Cantábrico inspira

JULIO DE 2003 DEL AÑO DEL SEÑOR

Copyright: Alvaro Otero Moyano


Relato de travesía
emprendida en Julio el veinte,
aunque aquestos sucesos
comienzan el diecinueve.

Llegamos a La Rochelle
a tiempo para almorzar
mas tuvimos que esperar,
con paciencia y con esmero,
hasta que llegara “Él”

¿Pero quién es “Él”?

Él es nuestro patrón,
un hombre de fuerte aspecto
que tiene a gala y honor
ser de natural gallego,
lo cual lleva a confusión.

Pues si en medio de alta mar
lanza una orden certera
lo corriente es observar
que el oyente no se entera:
“¿Me ha dicho larga la escota,
o por contra, cobra el muerto?
Mejor le pongo una Tónica
que con eso siempre acierto”
Y se la pone, y acierta.

Pero, a pesar de ser
su lenguaje inentendible,
hemos de reconocer
que lleva la maniobra
de una manera infalible.
Con cuatro o cinco ademanes
y al grito de: “Seréis pailanes”;
O ése otro, tan terrible
de: “Éso es una carallada”,
el que ha de cobrar, cobra
y queda la vela cazada.


Día 1º


Nos hicimos a la mar
rumbo a San Martín de Re
y la cosa empezó dura,
por culpa de una factura
no conseguimos zarpar
hasta la hora del té.

(Observe agudo lector
que no he dicho hasta las cinco,
pero crea si le digo
que tiene su explicación)

Iba además al zarpar
la tripulación diezmada,
pues siempre han sido terribles
en todo mar las resacas.

Por lo demás todo bueno,
con viento y el sol de cara
y el estómago lleno
de una rica caldeirada,
mucha risa y algún mareo,
no queda sin decir nada.

Por la noche, Pablo anuncia
“Hoy no tomo ni una copa”
Dos rones después renuncia
y decide ir a por todas;
dicen que una hora después
se le vio cantar en popa.


Día 2º

Al saber que San Martín
no es Martín sino “Martán”
nos aprestamos a huir
poniendo rumbo a Royan.

El día no pudo empezar
de manera más amable,
hizo Mª Jesús un bizcocho
que encandiló al respetable
y logramos largar velas
con el viento favorable…

Pero el diablo las carga,
Jesús dijo”¿Y el Jenaker…?
y le puso tanto ánimo
que el patrón le dio su placet.

Y estábamos izándolo
cuando en popa Lorenzo
se pone a gritar algo
que sonaba a: “soy muy tierno”
¿Qué dice, que es cariñoso?
¡Ah no, coño sin gobierno!

Y demostró, con Horacio,
ser un buen ingeniero
al reparar el guardín
que, aunque a mí que soy un lego
me suena a poli chiquitín,
resultó ser puñetero.

Ya sin más que reseñar,
Llegamos por fin a puerto.


Días 3º y 4º


Salimos ya de Royan
tomando rumbo hacia España
¡qué contento el capitán,
qué alegre va la calaña!

Además levantó el viento
y a toda vela zarpamos,
aunque no fuimos a ciento
a seis nudos sí llegamos.

El Campanilla de otrora,
demostró su expertizaje
¡consiguió izar el jenaker,
en menos de media hora!
Cuando quiere, el chico sabe.

La rutina hizo su nido,
la travesía era larga:
en cubierta Luis dormido,
y que casi se achicharra.
Campanilla y Don Rodrigo
perdiendo al mus con Eduardo
(que por cierto iba conmigo)

Lorenzo atento al retardo,
Horacio con la deriva,
el Richi con el timón,
de Pablo no sé si subía
o bajaba… ¡es de Ferrol!
Pensando Mª Jesús,
y nuestro patrón ganando
a Jesús de nuevo al mus,
las horas iban pasando…

Mas de pronto cae la noche
y con cara de reproche
el patrón dice:”¡el arnés!”
y dice Edu:”¿pero hay caballos?
Bueno, vale, ya me callo
mas no consigo entender,
para qué queremos riendas”.

Y es que la seguridad
también es a la gallega,
cada uno ha de apilar
en su espaciosa litera:
un chaleco y un arnés,
el silbato de emergencia,
quince placas reflectantes
y de niebla la sirena.

De esta forma es seguro,
si ocurre una contingencia,
que nos hallará a todos
preparados en cubierta,
porque con tanto cacharro
abajo ya no hay quien quepa.

Las guardias se sucedían,
el cronista iba dormido
pero algo sucedió
que alertó sus sentidos.

Era clareado el cielo,
las siete de la mañana,
cuando al olor del buñuelo,
del buñuelo de manzana,
en diez segundos, o menos,
se autodeclaró de guardia.

Fue un grandísimo acierto
llegar a Fuenterrabía
o, mejor dicho, a su puerto
al filo del mediodía.

Salió la tripulación
en tropel a por los pinchos:
¡El último…marinero!
el que menos tomó cinco,
cinco por bar, por supuesto.

Después de unos veinte pinchos
y correspondientes cañas,
estábamos ya ahítos;
bueno menos la calaña,
que con Luis de jefecillo,
salió a entrecot por barba.
¡Y cenaron!

Cenaron una merluza,
que nuestro patrón prepara
casi, casi a la andaluza
(si lee esto me mata).

Constaba de tres pescados
muy bien limpitos de escamas,
unos ajos doraditos,
la cebolla bien picada
y con regla y escalpelo,
cortadas van las patatas.

Hemos batido un record,
después de las comilonas
el Lángara con nuestro peso,
da más calado que eslora.

Día 5º

Zarpamos, vimos Pasajes
y después San Sebastián
que son bonitos parajes
y mereció la pena entrar.

Ya sin más novedad,
que algún que otro mareo
y tras un arroz caldoso
que resucitaba a un muerto,
conseguimos arribar
a la villa de Bermeo.

Allí nos espera Pedro,
de los mares compañero,
y con un barco envidiable
cuando salga de astilleros;
eso sí, explicando cosas,
es prolijo hasta el extremo.

Otra vez fuimos de pinchos,
acompañados de vasos
de cerveza, txacolí,
o tinto según los casos.

Saciado nuestro apetito,
la sed aún causó estragos
y las copas que servía
el buen amigo Gonzalo,
no tocan ya ni la barra
y se evaporan al rato.

¡Otra vez hubo merluza
pero esta vez no es pescado!
Unos caímos al catre,
Rodrigo cayó rodando.

Viene uno a preguntar
no se qué de una bandera
que debemos tener puesta.
El Richi, tío elegante
que cuando come se hiela,
le hace un pase de pecho
y por no buscar mas pelea,
sin que lo note el muchacho,
lo manda a freir puñetas
(que es puñetak en vasco)


Día 6º

Aunque después del cocido
todos sufríamos males
el capitán decidido
pone rumbo a Castro Urdiales.

Antes vimos el Nervión,
vamos a ser compasivos,
Bilbao es casi tan bonito
como el puerto del Ferrol;
¡Eso sí, vaya espigón!

Vamos a abreviar el rollo,
solo diré que comimos
tres toneladas de pollo
y ensaladas que, con mimo,
nos prepara el maño a bordo.

Ya atracados una ducha
en el náutico que entona,
la distancia al barco… mucha,
pero te traen en La Blancona.

El día de Santiago,
celebramos Santa Ana
con una copa en la mano
y de gorra, chorizada;
hablando de gorra…

Fue anécdota señera
que Nelson esa mañana
con el clavo en la cabeza,
para que no se oxidara
se duchó con la visera,

y decía: “Si cae agua
¿cómo está mi nariz seca?”
Se la quitó sin tardanza
dicho sea en su defensa.
Volvamos…

Cayó la noche en Castro
y al lado de la goleta,
se empieza a escuchar un rastro
de jolgorio y de verbena;

Por supuesto, allá que vamos,
y ¡qué quieres! trenes, congas,
Paquito el chocolatero…

Y una copa, y otra copa
y salimos de ese puerto
en busca de chicas monas
para todos los solteros.

¿Qué cómo acabó la noche?
Por lo poco que recuerdo,
de risas hubo derroche,
de ligues ni medio acierto.

Día 7º

Salimos de Castro Urdiales
cuando rondaban las diez,
por Dios que había que ver
la cara de los chavales,
¡Si es que no saben beber!
Y para colmo de males,
está en fiestas Santander
no hay hígado que resista.

Siguiendo lo habitual
un refrigerio ligero,
judías pintas y tal…
que acompañan con esmero
la chistorra y el chorizo
y para acompañar,
el pollo que ayer se hizo.

Y no podía faltar
de merluza, medio guiso,
un poco de arroz, total
cuatro platos light, lo dicho
que vamos a adelgazar.

Me pongo serio un momento
porque de verdad lamento
que se haga al mar tanto daño
que en un momento de baño
nos ha puesto el chapapote
negros de pies a cabeza
¡Estoy hasta el cogote,
de que haya tanta vileza!

Pero estaréis conmigo,
que aquí, en la mano un ron
y rodeado de amigos,
en este precioso muelle
dedicado a Calderón,
el viaje que comenzó
en Francia el día veinte
no puede acabar mejor.

Y el año que viene más,
Pues eso… Quedad con Dios.